nonemile

02 abril 2008


Robert no se empezó a preocupar hasta dos días antes de la tragedia, siempre había pensado que las cosas tienen siempre solución, y no le daba muchas vueltas al asunto.
Después de trabajar, llegaba a casa, se cercioraba que sus manos estaban bien limpias, y se sentaba al piano. Adoraba aquél piano, roble amanzanado, el olor imperturbable del buen barniz del señor Alan, y esas teclas, maravillosas, relucientes, como adoraba esas teclas. Sabía que sentado a ese piano había aprendido a superar sus miedos y a olvidarse de todo lo que restaba a su alrededor, tocaba y en su cabeza solo sentía el repicar de los dedos en su cansado piano.
El chico era consciente de la presencia casi efímera del perfil de su madre tras el linde de la puerta, observándole, con los ojos temblorosos, de los que acostumbraba a deslizarse alguna lágrima perdida.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El tal Robert se equivoca. Lamentablemente no todo tiene solución, pero está en nuestras manos darle liviandad a los dolores del alma y buscar alternativas para conquistar nuestras metas.

ríe, conversa y besa, serás feliz.

Muakasss

B.

3:39 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

1. jajajajaj

2. Quién ha escrito este anónimo? Me ha encantado el consejor final. Será mi nuevo slogan personal.

3. Muac!

4. :D

Tikaran

10:36 p. m.  

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